Entre copas y Closer: "Amor actualmente"
Escribo estas impresiones en paralelo sobre dos películas recientes, una hora antes de que se otorguen los oscars. Entre copas y Closer son muy distintas, pero tratan ambas de una forma muy contemporánea las relaciones amorosas de las gentes de nuestro tiempo.
Closer, basada en una obra de teatro, aborda de forma frenética los dolores de la infidelidad, el engaño, el poder del sexo... Pero pese a los magníficos trabajos de realizadores e intérpretes, y pese a toda la inteligencia con que cuenta la historia para conseguir aturdirnos, no llega a transmitir un ápice de verdad ni de humanidad. Sí, todos los aspectos de la historia son cercanos y habituales, pero su concatenación y la rapidez con la que se nos cuentan no crea una buena conexión con el espectador, que queda a cada rato atónito, y sin tiempo de digerir ni de recuperarse de cada uno de los “líos” encadenados. Quizá gente tan guapa como los cuatro protagonistas puedan tener tantas posibilidades de éxito sexual a la primera ocasión y tan poca inhibición, pero creo que a nosotros nos parecen más verosímiles protagonistas como los de Entre copas, uno de los cuáles lleva dos años sin comerse una rosca. En esta segunda película la historia tiene el mérito de no salirse un milímetro de lo que puede y suele ocurrir en la vida real, pero sin por ello dejar de tener el encanto de una comedia americana agridulce.
En Entre copas el punto de partida (despedida de soltero entre dos cuarentones fracasados, con el transfondo del paisaje vinícola californiano) no puede ser más radicalmente cotidiano, como lo es también la descripción de los entornos familiares, de sus ambiciones y sus fracasos. El indudable mérito de la película es el de meternos totalmente en la piel de los protagonistas y seguir en vilo sus aventuras, que nunca llegan sobrepasar el ámbito de lo ordinario. Las relaciones entre dos amigos y entre ellos y las mujeres, y los sentimientos que recrean atrapan por su sinceridad. La película, es decir, la historia (aquí el cine es “sencillamente” historia soberbiamente interpretada) se hace con trozos de la vida de los protagonistas, pero también con trozos de las de los espectadores. Los conflictos morales afloran gracias a un engranaje argumental perfecto. Payne ha trazado una senda para el cine comercial americano que consigue acercar a las salas de exhibición postulados de cine independiente. Las dos películas cuentan historias de fracasos y de fracasados, pero en Entre copas se hace posible un cine “humanista”; la pirotecnia argumental de Closer, aunque también esté compuesta de humanidad básica, por su ritmo endiablado hace que lo que podría haber sido humano, solamente sea truculento.
Closer, basada en una obra de teatro, aborda de forma frenética los dolores de la infidelidad, el engaño, el poder del sexo... Pero pese a los magníficos trabajos de realizadores e intérpretes, y pese a toda la inteligencia con que cuenta la historia para conseguir aturdirnos, no llega a transmitir un ápice de verdad ni de humanidad. Sí, todos los aspectos de la historia son cercanos y habituales, pero su concatenación y la rapidez con la que se nos cuentan no crea una buena conexión con el espectador, que queda a cada rato atónito, y sin tiempo de digerir ni de recuperarse de cada uno de los “líos” encadenados. Quizá gente tan guapa como los cuatro protagonistas puedan tener tantas posibilidades de éxito sexual a la primera ocasión y tan poca inhibición, pero creo que a nosotros nos parecen más verosímiles protagonistas como los de Entre copas, uno de los cuáles lleva dos años sin comerse una rosca. En esta segunda película la historia tiene el mérito de no salirse un milímetro de lo que puede y suele ocurrir en la vida real, pero sin por ello dejar de tener el encanto de una comedia americana agridulce.
En Entre copas el punto de partida (despedida de soltero entre dos cuarentones fracasados, con el transfondo del paisaje vinícola californiano) no puede ser más radicalmente cotidiano, como lo es también la descripción de los entornos familiares, de sus ambiciones y sus fracasos. El indudable mérito de la película es el de meternos totalmente en la piel de los protagonistas y seguir en vilo sus aventuras, que nunca llegan sobrepasar el ámbito de lo ordinario. Las relaciones entre dos amigos y entre ellos y las mujeres, y los sentimientos que recrean atrapan por su sinceridad. La película, es decir, la historia (aquí el cine es “sencillamente” historia soberbiamente interpretada) se hace con trozos de la vida de los protagonistas, pero también con trozos de las de los espectadores. Los conflictos morales afloran gracias a un engranaje argumental perfecto. Payne ha trazado una senda para el cine comercial americano que consigue acercar a las salas de exhibición postulados de cine independiente. Las dos películas cuentan historias de fracasos y de fracasados, pero en Entre copas se hace posible un cine “humanista”; la pirotecnia argumental de Closer, aunque también esté compuesta de humanidad básica, por su ritmo endiablado hace que lo que podría haber sido humano, solamente sea truculento.
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