12.3.05

Un año después

ANTECEDENTES:

*AVT y PP contra un comisionado para las víctimas que es ¿padre de la constitución o defensor de etarras?
*Insultos contra Pilar Manjón, insultos a Maite Pagazaurtundua y Alcaraz. Guerra entre asociaciones de víctimas.
*Esperpento de la Comisión del 11-M
*Conmemoración 11-M en la discordia.
*Inicio unilateral del cambio en constitución y estatutos.
*Enconamiento periodístico
*¿Alianza con los moros o defensa de nuestra civilización?
*¿Enseñanza de la religión o fin del Concordato?

CÓMO FUE POSIBLE ESTO

La peor situación posible que puede dar la alta tensión del clima político es transmitirla a la sociedad (y peor aún si es al revés, o si van paralelos). En realidad, la gente pocas veces está militantemente movilizada a favor de unos u otros, habitualmente solo muestra una moderada simpatía por la posición de los “suyos”, y siempre queda molesta y las más de las veces atónita al pensar cómo hemos llegado a esto.

Hemos viajado desde la Tierra de Nuncajamás en que pudimos vivir durante la Sagrada Transición y, displicentemente, casi sin advertirlo, volvemos a la Tierra por donde vaga errante la sombra de Caín. Cada uno a su trinchera. Nos damos cuenta de dónde estamos un año después de que una vil mecha reventase los trenes de Madrid, y con ellos parte del polvorín que en el último siglo ha sido nuestro país. ¿Los que detonaron la mecha conocían estas consecuencias o el efecto buscado solamente se relacionaba con su particular Guerra Santa? La hipótesis última es en la que queremos creer, ¿las kábilas marroquíes que ocasionaron el desastre de Annual y la Semana Trágica sabían que desestabilizaban al país y servían de combustible en la carrera hacia una guerra civil? En cualquier caso, los terroristas ahora ya saben mucho más sobre sus posibilidades destructoras. Y nosotros también deberíamos saberlo.

NUESTRO PASADO, NUESTRO CONSEJERO

Enfrentada a un abismo que creíamos ya lejano ¿a quién volverá la mirada esta sociedad buscando la curación de sus heridas (las del resurgir de odios)? Una situación de polarización política en España obliga pensar con el referente de los años previos a la Guerra Civil, para constatar que las actitudes políticas entonces también podían haber sido otras, y que quizá la catástrofe pudo no ser inevitable. Algún lubricante pudo haber suavizado el engranaje entre las dos Españas y, de hecho, las soluciones para la reconciliación que se algunos plantearon entonces, ahora sí que podrían ser aplicadas. ¿Busco a quién pueda desarmar a los dos bandos o a quiénes puedan desarmar a uno o a otro independiente pero de forma simultánea? Creo que es un verdadero anhelo para la mayoría de nosotros.

Me gustaría expresar tanto razones para la esperanza como mi predicción de que pueda pronto comenzar el necesario desarme de ambas partes. Un intermediario que empieza a adivinarse es la monarquía, esta vez tiene otra crucial ocasión de jugar su papel de “monarquía de todos” en la moderación de las partes: poder transmitir a la clase política que la peligrosa polarización es repudiada por la sociedad. No se puede pensar en mejor utilidad de la milenaria institución que la de hacer ver a los políticos su posible lugar en la historia. Y, a propósito de milenarias instituciones, asistimos estos días a una, aparentemente, sorprendente renovación en la dirección de la Iglesia. El cambio en la Conferencia Episcopal no puede haber sido más inteligente en cuanto al sentido que apunta, ni más oportuno; no diré más. Por otra parte, si buscamos quiénes puedan tener fuerzas para tender la mano al contrario dentro de los que están cercanos al gobierno, puede que encontremos algunos (¿vale Bono?) o puede que tengamos que esperar a una ascenso de la materia gris a la espera (Solana).

Antes de la Guerra Civil hubo también quiénes en la Iglesia buscaron la reconciliación con el gobierno y entre todos los españoles (como Herrera Oria y su periódico, "El Debate", que propugnaban reconocer la legitimidad de la República), y también los hubo entre la clase política de la derecha (muchos de los monárquicos fueron los más moderados de ese bando). En la génesis de aquella desgracia estuvo que, al igual que entre las filas republicanas, no prevalecieron nunca los que buscaban alejarse del abismo.

El compromiso para la convivencia entre españoles que no pudo ser en aquél tiempo, en que fuimos arrastrados por una deriva suicida del país y del entorno internacional, en esta ocasión es de nuevo un imperativo para fundamentar nuestra convivencia futura.