20.10.06

El secuestro del Sabina


Inevitablemente el "secuestro" esta semana de las memorias de Sabina avivará la chusca polémica a costa del famoso chiste de Doña Letizia. Se retiraron los ejemplares de todas las librerías, y aunque el motivo del juez es verosímil -un conflicto sobre los derechos de la obra-, el silencio que guarda el disfónico trovador (un silencio sobre el chistecito hubiese sido más agradecido por los Príncipes) da pábulo a otras interpretaciones.

He podido escuchar una hiperbólica interpretación de la comentadísima cena en casa del cantante: se dice que allí se asistió a una histórica subversión de papeles en la que los príncipes fueron los bufones de un titiritero titiritero . Ciertamente, el asunto sabino-principesco tiene mucha enjundia por dentro. ¿Quiénes son los verdaderos príncipes en una sociedad de consumo y de medios de masas? ¿Qué debe hacer la monarquía para que se sienta su proximidad a la gente?¿Cuán peligrosas son algunas compañías para los Príncipes?¿Existe posibilidad de llegar a una aproximación a los republicanos que no sea la de pedir perdón por existir?

Recuerdo haber leído unas declaraciones del Sabina, hará como unos ocho años (de aquellos polvos estos lodos) en las que socarronamente decía sentirse ofendido porque en las recepciones reales, cuando se invitaba al mundo de la cultura, figurasen siempre figuras como Raphael y Encarnita Polo, pero no él, que era quien vendía discos por millares en esa década. Eso sí, también adelantaba que de ninguna manera iría, en caso de ser invitado. Tal declaración retrata perfectamente al personaje, no hay que decir nada más acerca del frustrado-displicente cortesano; pero de esa declaración irradiaba, además del narcisismo de un ansioso por poder hacer desplantes, todas las preguntas que hacíamos al principio.

Los asesores de Zarzuela debieron de leer la sabinada, y actuaron en consecuencia (lo último ha sido ver a Sabina y Raphael recoger juntos un premio entregado por el Rey). El Príncipe visitó hace dos años el camerino del de Úbeda en una de sus actuaciones (y fue este quien después largaría a la prensa, muy ufano, que él se había negado a salir a saludar al Borbón y a cumplir ningún protocolo). Posteriormente se acordó la famosa cena, que habría de ser una suerte de anti-audiencia. Las preguntas que planteábamos al principio no tienen fácil respuesta, y aunque habrá que agradecer a los príncipes el esfuerzo realizado (¡cuánto sacrificio por la concordia nacional!), no está claro que después de aquella noche se llegase a ningún "Pacto de Caballeros" , o entre las dos Españas.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

En mi modesta opinión la Monarquía, no digamos ya el Prícipe, que ha ayudado, ha dejado de tener sentido en este país.
Si tenemos un Jefe del Estado que claramente hace dejadez de sus funciones permitiendo el desmadre que tenemos, creo que no necesitamos a la Monarquía para nada. Que se las apañen como puedan.
Los que tenemos que estar preocupados somos los simples ciudadanos que sólo queremos vivir en paz, que nos dejen educar a nuestros hijos a nuestro gusto y que ningun facharojo venga a darnos dos guantazos por acudir a un mitin, ir a una manifestacion pacifica o expresar en voz alta nuestras ideas. Nosotros deberiamos de estar francamente preocupados, más después de ver a la clase de alimañas que el Estado va a soltar en masa por nuestras calles, amen de la escoria que nos está entrando por todas las fronteras.
Saludos antizp

10:27 p. m.  

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