A un día de las elecciones gallegas
Don Manolo, con su mole y amenazante cachava, como le pinta Peridis, diciendo: grrrrr! ha llegado, mal que les pese a todos, a convertirse en un poco fiable depositario de la esperanza de un comienzo de recuperación del impulso ganador en el partido que fundó. Él, que fue la principal rémora para que pudiese la derecha algún día ganar a los socialistas, vuelve a ser visto como lastre; pocos dejan de criticar que no haya existido relevo.
Pero habrá que dejar constancia de alguna diferencia con las elecciones generales en las que el político franquista era una rémora: esta vez se trata de Galicia, solo (y nada menos que) Galicia. Los sondeos son tan apretados y el gallego tan complejo de interpretar que cualquier cosa puede suceder... ya que parece que la repetición de mayoría absoluta, o la pérdida de la misma será por escaso margen. En ese escaso margen está el futuro de España, pues el impulso que podría dar el conseguir el gobierno de esa región a cualquiera de los dos partidos sería más que simbólico. Rajoy así lo entiende, y ahí está echando el resto: la atribución de culpas o de méritos en él recaerán en tanta medida como en Fraga.
Encomendado al Apóstol Santiago, el octogenario se apresta a una defensa más numantina que nunca. Puede que unos quieran solamente ver en él al dinosaurio franquista, pero también habrá de reseñar este raro caso de gerontocracia en una sociedad que envejece con aversión a los viejos. Otras referencias posibles nos llevarías a recordar que Europa ha dado casos de bestias políticas con un carisma que crecía precisamente cerca de la propia muerte (de viejos): Adenauer, De Gaulle, Churchill... En todos esos casos es muy difícil de explicar la compleja relación de identificación con su pueblo. ¿Abandonarán los gallegos al patriarca en una Residencia de Ancianos o le dejarán morir en el cargo, con las riendas de la región?
FRAGORIPIOS
Don Manuel y cierra España,
que toda está en su cabeza.
¿O veremos que se empaña
esa cara en la tristeza?
Llegó el viejo muy cambiado
hasta Fisterra, la punta,
viaje tan ajetreado
que morir quiere en la Xunta
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