God save Blair
La constatación del nacimiento de un líder, digamos que a escala europea, se produce cuando una circunstancia obliga a todos a volver la vista sobre él. En el caso de Blair, su progresiva percepción como gran figura europea se fue abriendo paso superando los obstáculos opositores internos (en su partido, en la opinión pública de su país) y externos (en la mayoría de gobiernos europeos, en la opinión pública mundial). Ahora queda entronizado como el único eurolíder consistente en un momento en el que su presencia se ha visto aupada tanto por las circunstancias favorables (su nueva reelección, ganar la olimpiada para Londres, el liderazgo de iniciativas humanitarias para el desarrollo de África) como por su manejo de las desastrosas (los rechazos a la constitución europea, el recrudecimiento del terrorismo en Irak, el atentado de Londres). El aclarado definitivo de los otros posibles líderes europeos deja en posición de preeminencia a Blair, como han de reconocer partidarios y detractores.
La palabra líder, de origen inglés, contiene un campo de significados más amplio e indefinido aún cuando hablamos de la realidad que es común a todos los europeos. Hasta la fecha, como europeos, difícilmente hemos podido recurrir a un referente de gran estadista que asumiese con determinación la gestión de trances difíciles. Puede ser que en los momentos de crisis los ciudadanos de las democracias necesitan al líder no menos que los regímenes autoritarios o totalitarios. Hemos sabido que gran parte de los que discrepan de la política exterior del Reino Unido se sienten reconfortados en la solidez de Blair.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home