Guerra al terror: preguntas y respuestas
¿Existe una Guerra?
¿Puede haber guerra a una idea?
¿Es legítima?
¿Para qué puede servir?
¿Se puede ganar?
¿Qué se puede cambiar, qué otras cosas se pueden hacer?
Las respuestas definitivas que nos traerá la historia tardarán en llegar. Mientras tanto, encontramos una división de respuestas. Por una parte están los que como apaciguadores repiten a Neville Chamberlain después de reunirse con Hitler en 1938, cuando anunció “la paz en nuestro tiempo” (la frase que ha pasado a la historia de los autoengaños), como Zapatero con su “paz perpetua” y el articulito en el Financial Times. Parece evidente que al presidente le escriben tanto los discursos como ese artículo, pero ya que llevaba debajo su firma debió sentirse obligado a poner algo de cosecha propia: lo que es fácil detectar en esa cursilería del “mar de injusticia”, beatería típica que, imaginamos, tuvo que incluir con resignación el redactor del artículo presidencial.
Por otra parte, están las respuestas de aquéllos que hacen un análisis desde el conocimiento y el análisis profundo del terrorismo, como Fernando Savater .
Jon Juaristi centra el análisis del conflicto de nuestras sociedades con el islam en la “moderación”, la piedra de toque para otorgar legitimidad a una religión. Yo ahora pienso en Maimónides, aquél “judío moro que vivió con los cristianos”; no sé si Jorge Drexler reparó en que hace 9 siglos ya existía un protagonista de su canción, que fue quien dijo “[Dios] haz que sea moderado en todo, pero insaciable en mi amor por la ciencia”
¿Puede haber guerra a una idea?
¿Es legítima?
¿Para qué puede servir?
¿Se puede ganar?
¿Qué se puede cambiar, qué otras cosas se pueden hacer?
Las respuestas definitivas que nos traerá la historia tardarán en llegar. Mientras tanto, encontramos una división de respuestas. Por una parte están los que como apaciguadores repiten a Neville Chamberlain después de reunirse con Hitler en 1938, cuando anunció “la paz en nuestro tiempo” (la frase que ha pasado a la historia de los autoengaños), como Zapatero con su “paz perpetua” y el articulito en el Financial Times. Parece evidente que al presidente le escriben tanto los discursos como ese artículo, pero ya que llevaba debajo su firma debió sentirse obligado a poner algo de cosecha propia: lo que es fácil detectar en esa cursilería del “mar de injusticia”, beatería típica que, imaginamos, tuvo que incluir con resignación el redactor del artículo presidencial.
Por otra parte, están las respuestas de aquéllos que hacen un análisis desde el conocimiento y el análisis profundo del terrorismo, como Fernando Savater .
Jon Juaristi centra el análisis del conflicto de nuestras sociedades con el islam en la “moderación”, la piedra de toque para otorgar legitimidad a una religión. Yo ahora pienso en Maimónides, aquél “judío moro que vivió con los cristianos”; no sé si Jorge Drexler reparó en que hace 9 siglos ya existía un protagonista de su canción, que fue quien dijo “[Dios] haz que sea moderado en todo, pero insaciable en mi amor por la ciencia”
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