Políticos de vacaciones
Valiosas reflexiones han de ser también las del ministro Bono con Julio Iglesias durante sus vacaciones en común. El cantante parece haber sido la más decisiva pieza que ha movido la diplomacia de este gobierno para mejorar nuestras relaciones con los USA. Al considerar el chabacano folclorismo del que se rodea el manchego, no es de extrañar que entre sus dudosos gustos musicales figure tal artista, pero sí resulta algo chocante que el mismo sea piedra angular en nuestros asuntos exteriores. Y nos parece una tendencia muy prometedora ésta de formar parejas político-musicales para pasar las vacaciones. La imaginación rápidamente propone otras:
Javier Arenas con Bertín Osborne
Zaplana y Acebes con el Dúo Dinámico
Carod Rovira y Maragall con los Hermanos Calatrava
Zerolo con Miguel Bosé
Fernández de la Vega con María del Monte
José Antonio Alonso con el Fari...
Es de temer que no tardará en generalizarse la iniciativa del auto-galardonado ministro.
Y a propósito de galardonados, curiosas resultan las vacaciones de Gallardón en el yate de Fefé, al enmarañarse la noticia política con la rosa. Pero aún quedan partidarios un descanso más tradicional y menos glamouroso, que tenga lugar en la tierra natal, como Rajoy en San Jenjo; la completa desnudez de glamour de este hombre terminará siendo su principal encanto (no es fácil pensar en una portada del Vogue con ministras de un gobierno Rajoy). Y también aparecerán por su tierra (Santander) Rubalcaba, Polanco y Botín; la acumulación de poder en estos tres cantabrones de siniestra catadura ha merecido la denominación de Eje del Mal montañés.
Los que es más que dudoso que pasen las vacaciones en su tierra son los nacionalistas vascos. Su idolatría por la tierra la dejan para los postulados políticos, y más ahora con el recrudecimiento de la violencia callejera merced a la garantía de impunidad a los borrocaris. Cada vez son menos las ganas de seguir el verano en casa: famosa es la predilección que tienen por las propiedades inmobiliarias en la Costa del Sol estos constructores de patrias. Analizando la deriva radical del nacionalismo vasco, bien podría hablarse de política de “tierra calcinada” con escapatoria a Marbella (para ellos, claro).
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