Sabemos que los blogs son vomitorios de opiniones. Quien se acerque a ellos con ortodoxos propósitos periodísticos y con voluntad de encontrar hechos noticiables de veracidad contrastada habrá de extremar todas las precauciones deontológicas. En el anterior post, este Vagabundo con afición opinadora realizaba interpretaciones de hechos conocidos, emitía algunos juicios, planteó hipótesis acerca de aspectos ocultos del tema tratado y aventuraba algunas predicciones. Además, por supuesto, revelaba algunas noticias. Son estas últimas las que parecen haber causado revuelo entre tanto receptor como hay sediento de noticias sobre la enfermedad de Castro, pues el secreto que suelen decretar las dictaduras acerca de la salud del tirano no hace sino aumentar el ansia por conocer lo que se oculta.
No es sorprendente que la imperiosa sed de noticias de los hombres libres induzca a percibir algunos espejismos con los que desearían ser saciados, y que pueden llegar a estar detallados de la forma más perfecta. Así, podría pensarse que la historia clínica del dictador emerge desde las tinieblas oficiales y que, aunque no haya dicho el Gobierno Cubano absolutamente nada al respecto, circulan noticias que descubre minuciosamente los avatares de su enfermedad. El origen de dichas noticias apócrifas suele ser muy variopinto.
Mi post con fecha de 25 de diciembre se ha reproducido y ha circulado en distintos vehículos de internet, no por sus cualidad de artículo de opinión, sino por los hechos de los que informaba y que eran novedad. A saber: que el Doctor García Sabrido es gente muy significada con la izquierda y que es ya tradición en su Hospital (y que fue también el mío) que la política manche a la actividad médica. Quiero destacar que esos dos son
hechos, de cuya veracidad respondo, y lo demás
opiniones, de cuyo acierto quiero jactarme.
No hemos tenido que esperar mucho. Entre las
noticias del día 26 destacan las declaraciones (“consentidas" por Cuba”; es decir, instigadas por ella) de García Sabrido, que ahora ya dejan clara cuál era la finalidad principal de la estruendosa visita médica a domicilio. La operación no era quirúrgica, sino de propaganda. Y el “papelón” que yo decía iba a hacer el cirujano, ha sido de los que causan bochorno ajeno. Por mucha que sea la simpatía de alguna izquierda exquisita por el vetusto Régimen Cubano, o mucho el afán de lograr unos minutos de fama mundial, prestarse a un ridículo tan grande degrada a Sabrido como persona y como profesional: pues no es precisamente un deber hipocrático sustentar la propaganda que pueda hacer perdurar a una tiranía. Las autoridades de la Comunidad Autonómica de Madrid lo han tenido fácil para negar tajantemente que haya ninguna ayuda oficial a Castro, puesto que el médico ha explicado que su relación con Cuba viene de varios años atrás, que su vínculo es personal y que, gracias a ello, ha tenido "el privilegio de tener contacto con científicos y académicos y también con círculos gubernamentales".
Nota: pocos han descubierto en la fotografía que ilustra el anterior post quién es el paciente sobre el que se ensañan los médicos para prolongarle de forma desesperada los días de vida. Se trata de una famosa fotografía de la agonía de ese otro gallego, el General Franco, obtenida por un médico cuya ética era discutible (además) por otros variados motivos, y que resultaba ser la cabeza del equipo que torturó al dictador prolongándole la vida y que era también su yerno y oscuro intrigante de Palacio.
El actual Hospital Gregorio Marañón de Madrid en aquél entonces se denominaba Hospital Generalísimo Franco y estaba previsto que atendiese las crisis de la salud de Franco, aunque quiso el destino que su prolongada agonía sucediese en otro Hospital madrileño, el de la Paz.